Por Cristina Monge - Directora de Proyección Externa
Cuando está a punto de finalizar el plazo que los promotores de Gran Scala tienen para adquirir definitivamente los terrenos en los que instalar el macro-complejo de ocio, empiezan a aparecer noticias en los medios de comunicación sobre la falta de financiación que acompaña al proyecto. A estas alturas esto no sorprende a nadie, pero, ¿qué pasa con las expectativas generadas?, ¿se puede dar por cerrado un caso como éste sin más explicaciones?
Hace tres años se presentaba por todo lo alto, en la sala de la Corona del Edificio Pignatelli, el proyecto de un mega centro de ocio llamado a ser Las Vegas Europeas. El Gobierno de Aragón hizo de anfitrión para la ocasión y unas infografías acordes con la altura moral e intelectual del proyecto mostraron lo que los promotores pretendían vender. Con los primeros fuegos de artificio ya surgieron dudas de diversa índole y consideración en buena parte del tejido social, e incluso de voces autorizadas del mundo financiero y empresarial que dudaban que este proyecto tuviera visos de convertirse en realidad. Eran los meses en los que, cuando viajabas a cualquier parte de España, al enterarse que una venía de Zaragoza, la primera pregunta siempre era: ¿Qué locura es esa de los casinos en Los Monegros?, ¿Va en serio?.
Mientras, en Monegros, hubo quien vio en este proyecto la manera de desarrollar un territorio que ha sido especialmente olvidado y castigado por la desidia. Otros, empezaban a movilizarse por lo que consideraban que era una actuación que lejos de traer desarrollo y prosperidad a la zona, iba a acabar con ella.
Pocos meses después y gracias a una prolija y valiente labor de investigación de EL PERIODICO DE ARAGÓN, comenzaron a desvelarse algunos de los secretos mejor guardados del proyecto: los promotores contaban apenas con unos cuantos dólares afincados en paraísos fiscales, en extrañas sociedades en las que aparecían también personas relacionadas con los mundos más oscuros de las redes internacionales.
QUIZÁ por este cúmulo de circunstancias o simplemente, conscientes de la dimensión de la operación, el Gobierno de Aragón - con un nuevo coste derivado del encargo profesional de la redacción del proyecto y del que toda elaboración legislativa implica - elaboró una ley que, si bien estaba hecha a medida, también es verdad que ponía algunas cautelas para evitar que esto se acabara convirtiendo en lo que muchos temíamos: una operación especulativa de terrenos al uso, pero con los parabienes, beneplácitos y ayudas de todas las Administraciones.
Ahora, cuando tres años después las dudas cristalizan ya en declaraciones de los responsables que manifiestan que no hay financiación, parece que el proyecto se desvanece en el aire y que se vaya a pasar página sin más. Pero todas las acciones tienen consecuencias, y ésta también. Monegros es un territorio especialmente olvidado en este duro Aragón en el que vivimos: años de promesas de desarrollo por unas u otras vías que nunca han cristalizado. En esta ocasión sus habitantes se sentirán una vez más, defraudados.
PERO NO SOLO ellos tienen motivos para estar estupefactos. Los aragoneses y aragonesas merecemos que alguien nos explique qué ha pasado; porqué el Gobierno de Aragón actuó de forma tan inusualmente imprudente dando su apoyo a unos promotores de los que, en el mejor de los casos, hemos de pensar que poco o nada sabían; cómo fueron capaces de hacer creer a buena parte de la población que Monegros podría convertirse en Las Vegas Europeas y finalmente, por qué pensaron, quienes así lo hicieron, que ese era el modelo de desarrollo que querían para Aragón.
En el occidente desarrollado en el que vivimos, la Justicia la aplican los jueces, pero la Política la valoramos los ciudadanos y las ciudadanas cada día. Lo contrario, la impunidad, no entra en los parámetros democráticos.
Publicado en El Periódico de Aragón