background-position

Archivo ECODES

Este es un contenido de archivo, y posiblemente este desactualizado.
Para acceder a los contenidos actuales de la web de ECODES pincha aquí.

Domingo 23 de Enero de 2011

Por María José González Ordovás - Consejera de Ecodes. Profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza.

No hace demasiado tiempo eran muchos los que pensaban que el futuro de sus hijos sería mejor que su presente el cual, sin duda, se vería además superado por el futuro de los hijos de sus hijos. A eso solía llamársele desarrollo, evolución o progreso y proporcionaba un considerable reconocimiento intergeneracional y una reconfortante seguridad colectiva.

Hoy, sin embargo, no es frecuente, ni tal vez prudente, derrochar tanto optimismo, casi nadie está seguro de que las generaciones venideras tengan un bienestar y unas posibilidades superiores a las nuestras. Un panorama medioambiental poco halagüeño y una crisis económica que tiene tanto de metamorfosis como de coartada ensombrecen nuestros pronósticos e impregnan nuestras vidas de una gran incertidumbre.

PERO ¿ACASO LA VIDA no fue siempre movimiento, cambio, desconcierto e incluso peligro? Entonces ¿por qué nos parece incomparable nuestro momento actual? Quizás una de las diferencias radique en que antes el hombre no solía renunciar a su vocación de hacerse cargo del destino, bien en primera persona bien en tercera por medio de sus dirigentes, sus representantes, sus políticos. En cambio hoy parece haber claudicado a favor de otras instancias superiores, alejadas y ajenas de las que se siente más víctima que parte.

Instituciones nacionales o supranacionales carentes de legitimidad democrática que definen la realidad, marcan el paso, presumen de protegernos de nosotros mismos y a las que, paradójicamente, no podemos exigir responsabilidades legales, políticas o éticas. Esos mismos organismos económicos que ayer no fueron capaces de prever o prevenir la catástrofe que se avecinaba enarbolan hoy, a medio camino entre la salvación y la ciencia, la bandera de la eficiencia y la precisión.

Y sí, pudiera ser bien cierto que hubiera que salvarnos de nosotros mismos de esa tentación nuestra por lo fácil, o ¿acaso no fue eso la especulación urbanística y financiera, el crecimiento fatuo e improvisado carente de reflexión y lleno de lujo para hoy y hambre para mañana que nos han llevado exactamente al lugar en que ahora nos encontramos?

Y, LO QUE ES PEOR Y AÚN más preocupante por lo que tiene de obcecación, ¿acaso no es precisamente también una tentación por lo fácil, aunque esta vez sea de otro tenor, la que nos está llevando a adoptar soluciones de urgencia que soslayan nuestro compromiso con el equilibrio entre lo público y lo privado que España alcanzó cuando se proclamó como Estado Social y Democrático de Derecho?

Hay quien dice que el optimismo es un deber ético, yo no estoy segura, de lo que sí lo estoy es de que la democracia es y debe ser flexibilidad y entereza a un tiempo y que no es ni debe ser indolente resignación. Primero nos dijeron que Dios había muerto, después que era el fin de la Historia y lo de ahora se parece mucho a un réquiem por la Política, demasiadas desapariciones para mi gusto.

Publicado en El Periódico de Aragón

Es tiempo de actuar

Es el momento de dejar de pensar que puede hacer el planeta por ti y pensar qué puedes hacer tú por el planeta.

Actúa YA como persona, como empresa, entidad o administración:

Aviso legal | Privacidad | Cookies