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Jueves 05 de Mayo de 2011

Por Luis Granell Pérez - Consejero de la ECODES

El debate sobre la exclusión de los no empadronados de las bonificaciones del transporte público en Zaragoza o la pésima solución adoptada para los trenes afectados por el cierre del túnel ferroviario, a causa de las obras de la estación de Goya, ponen en evidencia que Aragón sigue sin definir su política de transporte público.

La propuesta del alcalde de Zaragoza de cambiar los actuales bono-buses por la tarjeta ciudadana, accesible solo a los empadronados en la ciudad, supone que considera que la reducción del precio del billete es una especie de compensación por pagar los impuestos municipales y no un incentivo por usar reiteradamente el transporte público. El afán por recuperar al menos una parte de lo que hasta hace pocos años recaudaba el Ayuntamiento por cesiones de suelo y licencias de obras, lleva al alcalde a olvidar que el uso intensivo del transporte público evita a la municipalidad los enormes gastos (en viales, semáforos, policía, etc.) que supondría que todos esos desplazamientos se realizasen en vehículos privados, además (y no es cuestión menor) de disminuir los accidentes, la contaminación y el ruido.

Por eso Zaragoza y todas las ciudades del mundo desarrollado intentan atraer clientes hacia el transporte público ofreciendo distintos tipos de abonos, que suponen un menor precio por viaje que si se utiliza un billete para un solo desplazamiento. Cuando un zaragozano llega a Madrid, Barcelona, París o Londres, tiene la posibilidad de adquirir algún abono cuyo precio le anima a utilizar el transporte público en lugar de su automóvil, sin que nadie le exija certificado de empadronamiento alguno. ¿Por qué va a ser distinto aquí? Si el Ayuntamiento tiene dificultades de financiación, tiene otras fórmulas para solucionarlas: negociar con el Gobierno central, compartir gastos con la Diputación General de Aragón (DGA), modificar las condiciones de la concesión a Tuzsa, mejorar la eficiencia de su propia administración y, por qué no, aplicar unos precios públicos que permitan (también en el transporte) una mayor cobertura de su coste real.

El cierre durante algunos meses del túnel ferroviario de la avenida Goya va a poner en riesgo de desaparición, por pérdida de los pocos usuarios que les quedan, de buena parte de las líneas regionales. Renfe se ha limitado a desviar por la ronda ferroviaria sur todos los servicios de las líneas de Canfranc, Monzón y Caspe, incrementado hasta en media hora sus ya abultados tiempos de viaje. No será raro que quienes usaban el tren para sus desplazamientos habituales lo hagan a partir de ahora en automóvil.

Se podían haber encontrado mejores alternativas que la del mínimo esfuerzo adoptada. El Foro Ciudadano por la Movilidad Sostenible hizo recientemente unas propuestas sencillas y de coste reducido que hubieran evitado los perjuicios a los ya escasos usuarios del ferrocarril, pero ni Renfe, ni la DGA, ni los ayuntamientos afectados se han dado por aludidos. En la administración autonómica ha prevalecido la máxima de que el tren es cosa de Renfe, como en el Ayuntamiento piensan que el autobús es cosa de Tuzsa. En ambos casos se deja al arbitrio de la empresa prestadora del servicio su organización, sin planificarlo desde los poderes públicos. La creación del Consorcio del Transportes hizo pensar que podían cambiar las cosas, pero ha servido de bien poco.

La reciente renovación por la DGA de las viejas concesiones de transporte por carretera, perdiendo una oportunidad histórica de reorganizar el transporte regional, es un ejemplo de esta política inhibicionista. O quizá no lo es tanto porque, a la vez, se utilizaba dinero público en construir la innecesaria autopista autonómica de uso gratuito que une la A-2 con la N-232, a la altura de Pina de Ebro. Lo que envía un mensaje muy claro a los ciudadanos: ¿Tiene usted que desplazarse? Pues hágalo en su coche, hombre. O en Ave pagado por todos y usado solo por algunos. O en avión contaminante y subvencionado. Por cierto, ¿pedirán también el certificado del padrón a quienes se van de fin de semana a Londres, Roma o París?

Publicado en el Heraldo de Aragón (05/05/2011)



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