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Miércoles 02 de Marzo de 2011

Ante un cambio de este calado, Ecodes reclama un debate público para que la sociedad pueda conocer todas sus consecuencias.
Como consecuencia de la presión ejercida desde el Banco de España, el Gobierno ha dado un paso más en la reforma de las Cajas de Ahorro españolas, aprobando un Decreto-Ley que va a obligar en la práctica a que las cajas de ahorro se reconviertan en bancos, tanto las que presentaban problemas como las que no.


Esto ha significado una vuelta de tuerca definitiva a casi dos siglos de historia, en los que las Cajas de Ahorro han mantenido unas características propias que han resultado claves para el desarrollo de la sociedad española, quizá porque, precisamente, nacieron como alternativa de financiación para las clases más humildes. Aunque probablemente debería mejorarse el sistema de toma de decisiones y de exigencia a los directivos, así como reforzar su independencia en la gestión respecto al poder político, la gestión de las Cajas ha sido buena en algunos casos, aunque haya sido manifiestamente mejorable en otros. En cualquier caso, no debemos olvidar que el modelo español de Cajas de Ahorro suponía:

  • Una apuesta por el desarrollo social.
  • Una peculiar estructura de gobierno que, aplicada debidamente, responde a la Teoría de los stakeholders o de las partes interesadas, y que incluye en sus órganos de administración a los Territorios (Ayuntamientos y CCAA), Impositores, Empleados y a la Entidad Fundadora.
  • La dedicación de sus excedentes a dos objetivos: fortalecer la estructura financiera de la institución a través de las Reservas y dedicar una parte muy significativa a la Obra Social, es decir, a la sociedad. De hecho, las Cajas de Ahorro dedicaron a Obra Social una media del 26,9% [1] de los beneficios netos, una contribución de gran importancia, especialmente para el Tercer Sector.
  • Una especial conexión con sus clientes, así como una mayor capilaridad del sistema y una mayor accesibilidad en zonas poco pobladas del territorio en las que la banca no llega a los clientes por no resultarle rentable.


Las modificaciones planteadas van a suponer la elevación del ratio de “core capital” obligando, especialmente a aquellas cajas que lo necesiten, a captar nuevos recursos propios traspasando su negocio a nuevos bancos de su propiedad y quedándose así convertidas en fundaciones de carácter especial, si es que además no requieren de la participación de capital público a través del FROB.

Esto va a tener dos consecuencias importantes:

  • La primera, que un modelo bicentenario de financiación de la economía nacido con fuerte inspiración social, deja paso como única opción al modelo bancario frente al que precisamente nació, y que sustituirá la obra social, que permitía devolver los beneficios obtenidos a toda la sociedad, por el reparto de dividendos a los accionistas, cuando sea posible.
  • La segunda, que puede desembocar en la pérdida de identificación y compromiso con el territorio que mantenían.

Estas consecuencias deben tenerse en cuenta en cualquier caso, independientemente de las motivaciones que hayan fundamentado este paso. En cualquier caso, que se atribuya a las Cajas de Ahorro la principal responsabilidad de la falta de credibilidad de los mercados en el sistema financiero español parece desproporcionado, si consideramos tanto la participación de las mismas en su conjunto como su situación en los test de stress realizados el pasado año. Por otra parte, es muy peligroso e injusto generalizar, ya que sólo una parte ha estado gestionada de manera inadecuada.

Tampoco parece creíble la afirmación de que se hace necesario un nuevo impulso a la reforma de todas las Cajas para que vuelva a fluir el crédito en la economía española. Subir el ratio de core capital implica, en buen número de casos, menos recursos disponibles para invertir, hasta que las entidades se refuercen. Y no debe ocultarse que la escasez del crédito también tiene que ver con la nueva situación económica, que exige una viabilidad más clara y una mayor rentabilidad para las peticiones de financiación de proyectos, lo que está dejando al desnudo a nuestro tejido empresarial, poco capitalizado en general.

Por eso, desde Ecodes creemos que es necesario que se aporten reflexión y debate suficientes para asegurar que la reforma no desnaturalice completamente a las Cajas de Ahorro. Un cambio de este calado, que va a modificar la naturaleza de un importante y especial sector de nuestro sistema financiero, debería ser analizado en sus consecuencias con la serenidad suficiente y debatido por el conjunto de la sociedad.


[1] http://www.cajasdeahorros.es/web_RSC_2009/index.html



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