Fuente: Coordinadora Estatal de Comercio Justo
Ante ello, el Comercio Justo constituye una alternativa basada en el respeto y la equidad entre ambas partes. Así, por ejemplo,
en una tableta de chocolate, el productor de Comercio Justo recibe el 33% sobre el precio final mientras que en el comercio convencional es del 6%.
Además, es importante destacar que en este sistema solidario, las organizaciones importadoras prefinancian la producción y definen el precio de común acuerdo.
Asimismo, el consumidor de Comercio Justo puede estar seguro de que los artículos que adquiere no han sido elaborados por niños o niñas, y que las mujeres han trabajado en igualdad de condiciones respecto a los hombres. Además, el proceso de fabricación es respetuoso con el medio ambiente y no rompe con el equilibrio natural de la zona. Por tanto, la compra de artículos de
Comercio Justo supone apostar por otro modelo global que pone en el mismo nivel de importancia los criterios económicos, humanos, sociales y ecológicos.
El Comercio Justo logra un beneficio mutuo: el productor (y su comunidad) mejoran su calidad de vida y el consumidor obtiene un artículo de alta calidad, ya que se trata de productos biológicos y elaborados con materias primas naturales. En cuanto al precio final, por ejemplo, un paquete de café (250 gramos) cuesta entre 2,10 y 3 euros, una camiseta de algodón, entre 12 y 15 euros, o una crema hidratante facial (50 gramos), a partir de 11 euros.
Los productos de Comercio Justo se pueden encontrar en tienda especializadas y también on-line y en algunos establecimientos y supermercados convencionales.