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Viernes 11 de Noviembre de 2005

Fuente: La Razón

–¿Cuál es la situación actual de la desertificación en España?

–Hay un documento, que es el Programa de Acción Nacional contra la Desertificación (PAND), que señala las zonas de urgente actuación. Ahora mismo, más del 30 por ciento de la superficie de España presenta un riesgo de desertificación elevado, la mayor parte en Castilla-La Mancha y en el sureste peninsular.

–¿La sequía de este año era excepcional o una sequía más?

–Yo creo que ha sido una sequía más, aunque bastante acusada. En los últimos cien años ha habido sequías fuertes y épocas mucho más húmedas. Así que, en un principio, no creo que haya sido excepcional, aunque puede ser que tuviera alguna acentuación.

Agua y planificación territorial

–¿El déficit de infraestructuras ha agravado la falta de agua?

–En la evolución histórica hemos notado primaveras con suelos más secos de lo normal, pero la sequía debemos entender que se acentúa cuando las necesidades hídricas aumentan. Aquí, la agricultura se lleva entre el 70 y el 80 por ciento del agua. Si aumenta el regadío y las necesidades de la población en la costa donde menos llueve, habrá mayor déficit.

–¿Debería haber una reconversión agraria en el sureste?

–El desarrollo agrícola ha sido muy alto. En la Comunidad Valenciana representa sólo el cuatro por ciento del Producto Interior Bruto, pero el componente cultural y socioeconómico es muy importante. El agua es un elemento de primer orden en toda planificación. Habría que ver dónde está el tope en esa agricultura, muy potente en la exportación pero con grandes necesidades hídricas.

–¿Qué soluciones se deben adoptar para combatir la desertificación?

–Pues, por ejemplo, la restauración forestal de las cabeceras de cuenca, que son zonas de protección, o el equilibrio con respecto al uso del agua en distintas actividades. En la agricultura, en zonas áridas, sabemos que el agua es capital. La desertificación siempre se liga a la erosión, a la imagen del pantano seco, pero hay un proceso que deberíamos cuidar más, que es la salinidad potencial de los suelos, el uso de agua de baja calidad procedente de pozos con intrusión de aguas marinas.

–¿Dónde se utilizan esas aguas?

–En determinados cultivos como los del tomate. La salinización afecta a esos suelos, pero luego vienen años húmedos que lavan la sal. El problema es cuando hay años secos y no llueve. Es necesaria una buena calidad del agua y control sobre el uso de aguas de baja calidad.

–¿Las inundaciones también juegan en contra de la conservación?

–En las cabeceras de cuenca de-sempeña un papel importante la protección de la cobertura vegetal, porque se produce una mayor filtración del agua. Hay que controlar los incendios que amenazan las cuencas porque la desaparición de la cobertura hace que aumenten las corrientes y que las altas precipitaciones faciliten todos los procesos de inundación.

–¿Qué puede hacer el ciudadano de a pie contra la desertificación?

–Debe conocer que, frente a la erosión, la protección de la cobertura vegetal es máxima y concienciarse con el cuidado de los bosques, que disfrute del monte sabiendo de los riesgos de una imprudencia.

–¿Estamos en puertas de un cambio climático?

–Es difícil decirlo, porque la zona del Mediterráneo siempre ha sido muy sensible. Se necesitaría saber si la sequía está ligada o no al cambio climático. Es una de las cuestiones que están ahí, los datos que se dan son bastante concluyentes.

–¿El terreno es irrecuperable?

–La desertificación no es un fenómeno imparable, el suelo se puede recuperar. Cada vez tenemos más conocimientos y mayor capacidad para actuar. Siempre depende, en todo caso, del tipo de suelo. Hay zonas de secano que fueron abandonadas y que ahora tienen una mayor productividad biológica que antes. Por otra parte, tampoco está demostrado que aumente la desertificación. Existe un equilibrio en la naturaleza entre las zonas que se pierden y las que se recuperan, y está comprobado que algunas han mejorado desde los años 50. El cambio climático puede acelerar los procesos, pero lo cierto es que ahora tenemos un conocimiento más preciso de dónde y cómo actuar.

–¿En Levante y el Sureste?

–Sí. Tenemos bastante conocimiento del problema, hay bases de datos, información cartográfica, hay más conocimiento de nuestro suelo. Dentro del pesimismo respecto al cambio climático hay aspectos que están en vías de mejorar. Otra cosa son las cuestiones socioeconómicas, como las urbanizaciones y los campos de golf, que, aunque rentables, tienen unas grandes necesidades hídricas. En esos casos puede desempeñar un papel importantísimo la reutilización del agua.

Por Mar Villasante (La Razón).

Es tiempo de actuar

Es el momento de dejar de pensar que puede hacer el planeta por ti y pensar qué puedes hacer tú por el planeta.

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