Durante la pasada semana se celebró en Sao Paulo la Conferencia Nacional 2003 del Instituto Ethos (www.ethos.org.br). Instituto Ethos es la organización de referencia en materia de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) en América Latina y uno de los mejores think tanks del mundo en esta materia; constituido en el año 1998, tiene como misión ayudar a las empresas a comprender e incorporar el concepto de RSC en su gestión diaria. En la actualidad, la facturación sumada de los centenares de empresas socios de Ethos constituye aproximadamente un 28% del PIB brasileño. Queda por medir en qué medida Instituto Ethos, y los empresarios que forman parte de él, ha contribuido a articular la imagen exterior de la que actualmente goza Brasil. La historia de esta organización dice mucho acerca del carácter de sus fundadores; el germen que posteriormente daría lugar a la creación del Instituto Ethos se constituyó cuando un grupo de empresarios brasileños decidió postularse a favor del proceso de impeachment que acabó con la renuncia del presidente brasileño Fernando Collor, en 1992. Desde entonces, la lucha contra la corrupción, y a favor de la transparencia en las relaciones entre poder político y poder económico, ha sido una de las banderas de Ethos.
La Conferencia Nacional 2003 contó con más de 600 participantes, lo más granado de la clase empresarial brasileña se encontraba en Sao Paulo en aquellos días. Fueron muchos los temas tratados; desde cultura y valores empresariales, pasando por formalización de políticas RSC, hasta la importancia de los incentivos de mercado y la configuración de un marco regulador promotor de la RSC. Un punto de coincidencia en casi todas las intervenciones: la RSC es sobre todo una innovación social, en cuyo desarrollo han de jugar un papel crucial los incentivos de mercado.
El gobierno presidido por Lula ha conseguido el apoyo por parte del sector privado brasileño; aquí, Instituto Ethos ha jugado un importante papel. De hecho, Oded Grajew dejó su cargo como presidente de Ethos para convertirse en asesor económico del presidente de Brasil, lo que pone de manifiesto la importancia que el gobierno brasileño concede a la filosofía corporativa de la responsabilidad social. El papel del nuevo asesor presidencial será el conseguir que las empresas y las asociaciones empresariales apoyen los proyectos sociales del gobierno, entre ellos el programa “Hambre Cero”. En este sentido, el pasado mes de febrero fue presentado el programa del Instituto Ethos destinado a movilizar y recabar apoyos del sector privado brasileño al programa “Hambre Cero” (www.fomezero.org.br). El programa se articula en torno a políticas estructurales, específicas y locales. Instituto Ethos elaboró recientemente un manual en que se pretende dar a conocer a las empresas brasileñas cómo y de qué forma pueden ayudar a llevar a la práctica, tanto a nivel micro como macro, dicho programa gubernamental.
Visto lo anterior no resulta tampoco extraño que uno de los temas estrella de la conferencia de Ethos fuera el papel que las políticas públicas han de jugar para el desarrollo de la filosofía RSC. De nuevo, una coincidencia: en cualquier caso, las políticas públicas han de crear los incentivos para que los mercados financieros y de producto tomen en consideración las prácticas sociales y medioambientales de las empresas; el nivel de sofisticación del debate resultó extremadamente interesante, especialmente para alguien proveniente de España, donde la discusión política sobre estos asuntos es todavía bastante escasa.
El éxito de la conferencia de Ethos no hace más que poner de manifiesto que corren buenos tiempos para la filosofía de la responsabilidad social corporativa. Sobre todo en aquellos países que pretenden proyectar al mundo una imagen de modernidad. Como Brasil. Sólo unos días atrás, en la pasada reunión del G-8, la responsabilidad social corporativa era incluida en la declaración oficial. Los líderes de las siete economías más avanzadas del mundo, más Rusia, hicieron un llamamiento apelando a la responsabilidad social de las empresas, en aplicación, entre otros, de los acuerdos alcanzados en el marco de la OCDE. Tanto Lula como su asesor Oded Grajew fueron invitados a participar en esa cumbre.
También, se produjo en Sao Paulo un fenómeno sorprendente, casi tan sorprendente como saber que en la selva amazónica todavía quedan cincuenta y cuatro grupos humanos que no han tenido contacto con el “hombre blanco”. Al igual que sucedió en la pasada Cumbre de la Tierra, celebrada en Johannesburgo en el verano de 2002, los directivos de empresas españolas brillaron por su ausencia; en aquél entonces la excepción fue INDITEX, en esta ocasión no hubo presencia de directivos españoles. Esta ausencia es especialmente desconcertante dados el nivel de presencia de las compañías españolas en la región, la relevancia en Brasil de Instituto Ethos, y dada también la atención que comienzan a prestar, al menos en España, las compañías españolas a estos asuntos. Quizá el próximo año.
Ramón Pueyo
Economista
Fundación Ecología y Desarrollo
ramon@ecodes.org