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Lunes 01 de Marzo de 2010

Estrenada en septiembre de 2009 en Austria y a finales de febrero 2010 en los cines alemanes, la película Plastic Planet, ofrece una visión novedosa sobre un material presente en todos los ámbitos de nuestra vida. Según su director, el austriaco Werner Boote, los espectadores “no volverán a beber agua de una botella de plástico”.

Fuente: ladyverd.com

Tras 10 años de investigación sobre el plástico, durante los cuales viajó de Innsbruck al Sahara marroquí, de Venecia al Océano Pacífico, de Alemania a China, India y Japón, el director austriaco Werner Boote logró recabar toda la información que necesitaba para llevar a cabo Plastic Planet. La documentación para esta película está basada en 700 estudios independientes que demuestran la peligrosidad del plástico en nuestras vidas, en 10 estudios que afirman lo contrario, estos últimos llevados a cabo por encargo de la industria del plástico.



El químico Leo H. Bakeland desarrolló durante los años 1905 a 1907 la bakelita, el primer producto sintético proveniente completamente del petróleo. Hoy en día, en Europa se producen unas 60 millones de toneladas anuales de plástico, que representa aproximadamente un cuarto de la producción mundial. Se ha producido tal cantidad de plástico en los últimos 100 años, que bastaría para envolver el globo terráqueo seis veces.

En forma de envase, el plástico aporta muchos beneficios: es más ligero que el cristal y se rompe con menos facilidad. El problema es qué hacer con él cuando se ha acabado su vida útil. El Sahara marroquí está lleno de plástico, que solamente se retira cuando aparece un equipo de rodaje a filmar una película sobre el desierto. El plástico presenta el enorme inconveniente de que se desintegra en pequeños pedazos que acaban contaminando nuestras tierras, nuestras aguas, pasando a formar parte de la cadena alimentaria. Los peces lo confunden con plancton (la proporción plástico/plancton en nuestros océanos es hoy en día de 60 a 1) y el plástico pasa a formar parte de su sangre. De esta forma, las sustancias químicas del plástico acaban formando parte de nuestro propio organismo, como demuestran los análisis sanguíneos que se realizaron a diversos voluntarios a la salida del cine en Austria donde se exhibió la película.

El Bisfenol A puede ser peligroso para el hombre incluso en muy pequeñas cantidades. Este producto puede pasar a nuestros alimentos a través de los envases. Pero, ¿sabemos con qué están envasados nuestros alimentos? Los consumidores lo ignoran, la industria de la alimentación lo ignora, solamente la industria del plástico conoce la respuesta, que forma parte del secreto industrial.

¿Existe una alternativa?

Después de ver la película, la familia Krautwaschl, de Graz, Austria, decidió llevar a cabo un experimento: intentar vivir todo un mes sin plásticos. “No es hogar para el plástico” (“Kein Heim fuer Plastik”) es la página web resultante del experimento, una plataforma para aquellos interesados en la búsqueda de alternativas a este material.

La página web del experimento, que duró desde mediados de noviembre hasta finales de 2009, pretende llamar la atención sobre todos los gestos cotidianos que podemos realizar para librarnos del plástico en la medida de lo posible. Hay muchas alternativas: cristal, madera, metal, cerámica o fibras vegetales que pueden sustituirlo, pero… ¿dónde los encontramos? Es esta una plataforma donde los consumidores intercambian información, expresan sus necesidades, comparten experiencias, etc. Una forma sencilla de encontrar productores responsables con el medioambiente, con la salud de los consumidores y con los recursos naturales.

No es hogar para el plástico

Informe del laboratorio homologado por el Ministerio austriaco de Medioambiente: resultados de los análisis de sangre llevados a cabo sobre voluntarios a la entrada del cine.

Es tiempo de actuar

Es el momento de dejar de pensar que puede hacer el planeta por ti y pensar qué puedes hacer tú por el planeta.

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