En esta ocasión, en los medios ha quedado reflejado, además de las protestas, el morbillo del primer encuentro cara a cara entre Bush y Chirac tras las tensiones a causa de la guerra en Irak.
Pero cabe citar otros hechos destacables. En una declaración fruto de la cumbre se menciona explícitamente el apoyo a dos herramientas específicamente dirigidas a la promoción de la responsabilidad social corporativa (RSC): las Líneas Directrices para Empresas Multinacionales de la OCDE, y el Pacto Mundial de Naciones Unidas. Las Líneas Directrices, en concreto, son unas recomendaciones dirigidas por los gobiernos de la OCDE a las empresas multinacionales; pese a ser de cumplimiento voluntario, son rigurosas y exigentes (ninguna empresa española las ha suscrito formalmente). Las recomendaciones constituyen una valiosa guía acerca de las políticas medioambientales de las empresas, del respeto a los derechos humanos, del estimulo de la creación de capacidades locales en terceros países, de las políticas laborales responsables.
Para la promoción de estas Líneas Directrices, los países miembros de la OCDE están obligados a crear la figura de un Punto Nacional de Contacto (PNC), encargado de dar a conocer y hacer partícipes del potencial de estas directrices a las empresas del país y a otros sectores de la sociedad. Un estudio de la National Policy Association sobre estos PNC distinguía entre países donde la actividad es multisectorial y relativamente exitosa, y aquellos donde el PNC es una mera figura burocrática sin recursos ni agenda definida. ¿Adivina alguien en qué grupo se encuentra España?
El origen de la declaración de Evian está en una reunión de los ministros de economía del G-8 en Deauville, el 17 de mayo. El Ministro de Economía y Vicepresidente del Gobierno español no estuvo, obviamente, en esa reunión, aunque desde el gabinete del que forma parte no se oculta la aspiración a formar parte de ese grupo de jefes mundiales. Desde aquí apuntamos que, tal vez, ser un país de primera división implica cumplir con los compromisos adquiridos en el marco de la OCDE, empezando por evitar que un PNC sea simplemente un escritorio en una oscura oficina del Ministerio de Economía.
Escrito por Jesús Llaría