Hoy sábado se celebraba en Santander la Junta General de Accionistas de Santander Central Hispano. Durante la misma, no faltaron referencias al programa de Responsabilidad Social Corporativa del banco, presentado por primera vez el pasado mes de noviembre de 2002. Buenas noticias: el hablar de Responsabilidad Social Corporativa se ha convertido en hábito de cualquier directivo español que se precie. Sin ir más lejos, un reciente editorial del diario Expansión comenzaba afirmando que ninguna empresa podrá triunfar en el futuro si no empieza desde ahora a preocuparse por temas como la responsabilidad social corporativa.

El discurso no fue siempre el mismo; hace no mucho, los gestores españoles enarcaban las cejas e intercambiaban miradas escépticas cuando se les hablaba de estos asuntos; cosas de extraterrestres. Las cosas han cambiado: la presión ejercida por los inversores institucionales, las recomendaciones más avanzadas en materia de gobierno corporativo, junto con el interés de los reguladores han colocado a la filosofía de la responsabilidad social corporativa en la agenda de los grandes grupos empresariales de todo el mundo. Sin embargo, siempre queda una duda; ¿cuánto de cosmético hay en todo esto?

Para que la actual relevancia de la responsabilidad social corporativa suponga efectivamente un cambio de cultura empresarial, y no se quede en simple discurso, resulta imprescindible que las sociedades, y los mercados, otorguen valor a las buenas prácticas empresariales en materia social y medioambiental. Incentivos al cambio; si éstos son articulados, serán los propios mercados quienes afeen la conducta de los tramposos. Esto es, no se trata tanto de que las empresas se lo crean sino de que sean conscientes de que existen recompensas para aquellas con prácticas avanzadas en materia de responsabilidad social corporativa. SCH parece ser consciente de ello.

Escrito por Ramón Pueyo