Cuando en el colegio el profesor pide a los alumnos que se corrijan ellos mismos los exámenes, la tentación de ponerse buena nota es muy alta. Las empresas cotizadas han cedido a esa tentación y se han puesto un notable alto, casi un sobresaliente, al evaluarse por primera vez sobre el cumplimiento del Código Unificado de Gobierno Corporativo. Pero esa nota elevada esconde no sólo alguna pequeña trampa, sino sobre todo, una gran diferencia entre el cumplimiento de unas recomendaciones y otras. En general, las empresas han dado la espalda a los puntos más conflictivos del Código, como la incorporación de independientes, la supresión de blindajes, la reducción del tamaño de los consejos, la transparencia de las retribuciones o la diversidad de género.