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Jueves 18 de Noviembre de 2004

La noche del martes pudimos disfrutar por fin de la conferencia de Hernando de Soto, Actuando institucionalmente contra la pobreza.

He pretendido hacer una crónica apresurada de lo nos contó de Soto; pero, ciertamente, ya ha sido publicado en diferentes sitios, donde nos cuentan brevemente lo esencial de la conferencia: Pedro J. Canut, Fernando Tricas, una nota de la agencia Europa Press. Juan Varela también ha hecho un espléndido resumen.

Por otro lado, el núcleo del discurso de de Soto no se apartó un milímetro de lo que viene defendiendo tradicionalmente, en sus libros, y a través del Instituto Libertad y Democracia. Esto es, la necesidad en los países pobres de crear sistemas abiertos de propiedad formal que permitan romper esa “campana de vidrio” que

hace del capitalismo un club privado, abierto solo para una minoría privilegiada, y frustra a los miles de millones de personas que miran ese recinto desde fuera. Este apartheid capitalista continuará inexorablemente hasta que todos enfrentemos el defecto crítico de los sistemas legales y políticos de muchos países donde se impide que la mayoría ingrese al sistema de propiedad formal.

En definitiva, y resumiendo mucho, los países en desarrollo prosperarán cuando sus bienes y riquezas estén adecuadamente registrados y dentro de un marco legal adecuado.

Tengo la sensación de que la mayor parte de las personas que acudieron a la cita disfrutaron de la conferencia. El pensamiento de de Soto está suficientemente divulgado y accesible para quien desee conocerlo; el lujo se encuentra en disfrutar del extraordinariamente articulado lenguaje de este hombre, que, de viva voz, resulta mucho más convincente que sobre el papel.

Pese a todo, la singularidad de de Soto lo convierte en políticamente sospechoso. Dando un paseo por la red uno encuentra diferentes sospechas hacia de Soto: de no ser suficientemente liberal, o no ser suficientemente marxista, o de reelaborar subrepticiamente las categorías del marxismo para argumentar favorablemente sus propuestas .

A lo largo del pasado día puede comprobar, también, una extraña ansiedad por parte de las personas que departían con de Soto, para que éste se definiera ideológicamente, para encontrarle una ubicación en el esquema lineal izquierda-derecha. Un destacado político, ante un grupo relativamente numeroso de personas, le señaló con pretendida ingenuidad la contrariedad que provoca el hecho de que “sus propuestas básicas, apoyadas en el aseguramiento de los derechos de propiedad, en los mercados expandidos, y en el imperio de la ley, son tradicionalmente entendidas como patrimonio del pensamiento conservador, o liberal entendido al modo europeo; y sin embargo, planteadas por él, no dejan de tener resonancias progresistas”. Esperaba una respuesta, que en ningún caso se produjo en esos términos. Durante el resto del día, estas “demandas de posicionamiento” fueron una constante. Incluso durante el contrapunto de Fernando Toboso se dejó entrever, aunque no de forma explícita, la sospecha de que las propuestas de de Soto llevan aparejada una agenda oculta, esto es, que las propiedades de los pobres, una vez formalizadas, sean saqueadas por los especuladores.

Durante la posterior cena debate continuó esta búsqueda de “posicionamiento”. De Soto, sin embargo, llevaba cualquier duda y pregunta a su terreno, es decir, a su discurso: la formalización y aseguramiento de los derechos individuales de propiedad como mecanismo de lucha contra la pobreza. Contraponiéndolos, por ejemplo, a los derechos de soberanía que en varios países americanos han sido concedidos a poblaciones indígenas; “los derechos de soberanía sirven para perpetuar una concepción feudal de la propiedad”. Así, a una pregunta enmarcada en el discurso sobre la responsabilidad social corporativa y los problemas de reputación de compañías españolas que operan en latinoamérica, de Soto señaló que donde reina la soberanía en lugar de la propiedad, es mucho más fácil que quienes no disfrutan y conocen las ventajas de la propiedad formal y legal tengan una respuesta emocional contraria a “los conquistadores”. Respuesta emocional que, por otra parte, es susceptible de ser dirigida por gobernantes incapaces de dar respuesta a las necesidades de la población. Necesidades cuya solución comienza, evidentemente, por la implantación de las propuestas de de Soto.

Así fue posicionándose de Soto, hasta que finalmente pudo dejarnos alguna perla que sirve para satisfacer la esquemática dialéctica progresista-conservador. Durante el diálogo en la cena posterior a la conferencia, a una pregunta acerca de la defensa de las mejoras laborales de los empleados de compañías multinacionales en países del tercer mundo, de Soto se mostró de acuerdo en la necesidad de esta mejora; pero no dejó de señalar, yendo de nuevo a su terreno, que “esos empleados son una parte del pequeño porcentaje de la población del tercer mundo que están integrándose en la economía formal”, que “sus problemas no son los problemas mayoritarios de la población”, y que, en ocasiones, la forma en que se manifiesta esta preocupación desde los países desarrollados no deja de ser un transplante directo de nuestros problemas a los de estos países, “algo característico de una izquierda caduca”. Aquí, francamente, se escuchó algún suspiro. Por otro lado, refiriéndose a su experiencia como consejero económico en Egipto, aprovechó para restar valor a las descripciones del mundo actual al modo de Samuel Huntington y su lucha de civilizaciones, señalando, entre otros aspectos, el modo en que el Corán es más “simpático” hacia el comercio y la propiedad que los libros cristianos. El triunfo del capitalismo, según de Soto, depende más del marco institucional que de las diferencias culturales.

Finalmente, esta crónica sólo la puedo acabar felicitando a mis compañeros de Ecodes por la organización, y agradeciendo su participación a quienes se acercaron hasta el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, en ocasiones desde lejos.

Escrito por Jesús Llaría

Es tiempo de actuar

Es el momento de dejar de pensar que puede hacer el planeta por ti y pensar qué puedes hacer tú por el planeta.

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