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Viernes 30 de Diciembre de 2005

Fuente: Ecoestrategia

Es la conclusión de una investigación llevada a cabo por la División de Oceanografía Física del Laboratorio Atlántico de Oceanografía y Meteorología de la NOAA, con sede en estado de Florida. Los expertos definen este fenómeno como el posible "colapso de la corriente marina del Atlántico Norte, que transporta ahora calor a esa región" y que la haría prácticamente inhabitable.

En declaraciones al diario El Clarín de Buenos Aires, la investigadora argentina Silvia Garzoli, quien dirigió el estudio, explicó que el océano Atlántico, a pesar de ocupar menos de la mitad de volumen que el Pacífico, es el responsable de más de la mitad del transporte de calor hacia el norte, debido a una circulación global vigorosa que conecta todos los océanos llamada "Circulación Termohalina Meridional".

Se trata de una circulación oceánica inducida por diferencias en la densidad del agua de mar. Estas diferencias están controladas por la temperatura (termo) y la salinidad (halina). De ahí el nombre de la corriente, Termohalina. A más salinidad, el agua se pone más densa y tiende a hundirse.

"En el Atlántico Norte, el agua salada se enfría y se hunde hacia el fondo del océano. Esta agua comienza a moverse hacia el sur paralela a las costas de los continentes. Luego de cruzar el Ecuador y al sur del Cono Sur, se une con otras aguas formadas en esa región y juntas se van por el sur de Sudáfrica hacia el océano Indico primero y luego hacia el Pacífico. En el Pacífico la corriente cambia de dirección y vuelve al Atlántico una vez más por el sur de Sudáfrica. En este pasaje se mezcla con otras aguas y se calienta", puntualizó Garzoli.

La directora de este laboratorio especializado de la NOAA añadió que al calentarse la corriente se mueve hacia la superficie. Cuando llega de vuelta al sur de África, la corriente está más o menos entre 700 y 800 metros de profundidad. "Desde ahí comienza a moverse hacia el norte, cruza el ecuador ya casi como agua de la capa superior, vuelve al Atlántico Norte, se enfría, se hunde y el ciclo comienza de nuevo".

Aunque se trata de un movimiento lento, ya que la corriente se traslada a una velocidad de un metro por segundo, la Termohalina Meridional lleva un caudal de agua de unas cien veces la descarga del Amazonas.

Sin embargo la científica adviertió que "esta circulación puede ser alterada y los resultados pueden ser catastróficos. La mayoría de los modelos numéricos de simulación de cambio global muestran que un incremento producido por el hombre del dióxido de carbono lleva a una disminución de la velocidad de esta corriente. Si los modelos son correctos, en el año 2100 podría producirse un colapso de la circulación Termohalina, es decir, que la corriente se detenga".

De ocurrir esta situación los modelos indican que las temperaturas en el hemisferio Norte cambiarían drásticamente, convirtiendo a países como Islandia en lugares inhabitables. Todo este panorama, dice la especialista, es el resultado de las concentraciones de gases producidas por el efecto invernadero.

Cuando se forma hielo, la sal queda en el agua. Luego, esa agua es más densa, más pesada, se hunde. Al formarse menos hielo en el Ártico como lo están demostrando las imágenes satelitales, el agua entonces en el Atlántico Norte se vuelve menos salada y por lo tanto, menos densa, y la corriente se debilitaría al no haber hundimiento.

Durante los próximos cinco años, hasta el año 2007, la Administración Nacional de los Océanos y de la Atmósfera de Estados Unidos, la Universidad de Miami, el Instituto Oceanográfico de Woods Hole y la Universidad de Southampton (en el Reino Unido) invertirán 2,5 millones de dólares anuales para medir el flujo de calor meridional en el Atlántico Norte a 25º de latitud, dentro del llamado programa MOCHA/RAPID.

Si la comunidad internacional no reduce sus emisiones de CO2, producidas por el uso de combustibles fósiles, Dentro de 100 años el calentamiento global será de entre 1,4 y 5,8 grados centígrados, con lo cual decrecería el flujo de esta corriente marina y con ella el transporte de calor hacia el norte. Así, el noroeste europeo podría vivir una nueva glaciación.

Es tiempo de actuar

Es el momento de dejar de pensar que puede hacer el planeta por ti y pensar qué puedes hacer tú por el planeta.

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