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Jueves 27 de Enero de 2005

1) The Economist es conocido a lo largo de su historia de más de 150 años por su rigor de argumentación. Pero en el estudio sobre la RSC, ¿donde está el rigor?

2) The Economist confunde la RSC con filantropía. Hay que reconocer que no está sólo con esta confusión, sino le acompañan muchas de las grandes multinacionales.

3) Al contrario de lo que debe pensar el semanario londinense, la gran mayoría de la personas que se dedican a la RSC no son anticapitalistas y menos aún necesitan lecciones tipo "primer curso de universidad de ciencias económicas" sobre las teorías de Adam Smith.

4) The Economist demuestra que desconoce los fundamentos clave de la RSC o - lo que sería peor - se los calla: ni una palabra en las 16 páginas del estudio sobre la evidente presión que ejercen los mercados financieros sobre las empresas para que éstas maximicen los beneficios a corto plazo con la consecuente destrucción de valor (económico, social y medioambiental) a largo plazo.

5) The Economist confunde el origen y la razón de ser del "stakeholder dialogue". Los ejecutivos que colaboran con ONGs no están confundidos sobre el objetivo de la empresa de maximizar el valor de la empresa, sino han comprendido que la empresa está expuesta a las exigencias de los consumidores, la comunidad y los países extranjeros en los que operan. La empresa que toma en serio las exigencias de los grupos de interés no está siendo "irresponsable" como piensa The Economist sino todo lo contrario: Está haciendo lo posible para no hacer peligrar el valor de la empresa.

6) The Economist machaca que sólo los gobiernos se deben ocupar de los temas medio-ambientales y sociales. ¿Y el debate sobre la impotencia de los gobiernos para encontrar soluciones efectivas para los grandes problemas de nuestro mundo globalizado? ¡Ni una palabra! ¿Donde está el rigor?

Escrito por Michael Narberhaus


Es tiempo de actuar

Es el momento de dejar de pensar que puede hacer el planeta por ti y pensar qué puedes hacer tú por el planeta.

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